Economía Política

Economía Política en Colombia

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Colombia es un país tradicionalmente agrícola y minero. El desarrollo experimentado en los últimos años ha aumentado el grado de diversificación de los recursos, pero la modernización es lenta por el peso de las contradicciones en las que se debate su progreso. La economía depende en gran medida del comercio exterior. Las oscilaciones del mercado internacional se traducen en un endeudamiento progresivo y en crisis internas que condicionan el desarrollo integral del sector secundario. Los sectores más dinámicos son la industria de bienes de consumo y los servicios, que han experimentado un fuerte crecimiento. La agricultura va perdiendo peso específico y ya no domina en las exportaciones, aunque todavía constituye una de las partidas importantes del comercio exterior que Colombia mantiene con otros países. No obstante, la mayor parte del territorio no es aprovechable para el cultivo debido a la pobreza de los suelos, al clima y a la dificultad de las comunicaciones. El bosque y la pradería ocupan la mayor parte del país, mientras que el suelo cultivable representa sólo el 4 por 100 del territorio. Las condiciones socioeconómicas y la naturaleza determinan la variedad de sistemas de cultivo que van desde las rozas itinerantes en las zonas marginales hasta las explotaciones modernas de las sabanas de Bogotá o de Antioquia. La propiedad de la tierra es objeto de una fuerte concentración: el 4 por 100 de la población posee el 68 por 100 de las tierras, mientras que la mitad de la población rural no tiene posibilidades de acceso a la propiedad.

Así, el desarrollo de la agricultura intensiva ha privilegiado la expansión de los cultivos de exportación en detrimento de los productos básicos y de las pequeñas propiedades, reforzando la tendencia al éxodo rural.
Gracias a la variedad climática, la producción agrícola es muy diversa. En las tierras cálidas se cultivan, en sistema de plantación, productos para la exportación: tabaco, en Tolima y los departamentos del centro-norte y del norte (Santander, Bolívar, Magdalena); cacao en la cuenca del Cauca y el alto Magdalena (Cauca, Valle del Cauca, Huila); caña de azúcar, un poco por todas partes y en Valle del Cauca, Santander, Cundinamarca, Antioquia, Bolívar, Cesar, Tolima y Caldas; y bananas, que es el segundo producto en importancia, en el Chocó -golfo de Urabá-, el valle bajo del Magdalena (Magdalena, Atlántico), Caquetá y Caldas. La producción de algodón, obtenida sobre todo en el norte (Córdoba, Cesar, Sucre, Bolívar, Atlántico), se destina a la industria textil nacional.

El café es el producto fundamental de la economía colombiana. Introducido en 1723, su cultivo se ha adaptado perfectamente a los valles interiores de los Andes, principalmente Antioquia, Risaralda, Caldas, Quindío y Tolima, en alturas superiores a los 1.000 metros. Dada su importancia a nivel mundial, donde sólo compite con Brasil, su producción recibe un decidido apoyo técnico y financiero. El cultivo del maíz, base de la dieta alimentaria popular, se halla extendido por todo el país. El arroz, el trigo y las patatas también se destinan al consumo interno.

El aprovechamiento de los recursos forestales produce, además de una rica variedad de maderas, caucho, tagua, dividivi y bálsamo de Tolú. Los pastos ocupan una tercera parte del territorio nacional. En la Orinoquia y los altiplanos andinos se desarrolla una ganadería intensiva, principalmente bovina, pero también ovina, caprina y caballar, base de una notable industria cárnica.

Finalmente, fuera de los cauces de la economía legal, se sitúa el cultivo de la coca y su transformación química, objeto de un activo comercio clandestino, que, no obstante, tiene grandes repercusiones para el país, tanto económicas como sociales y políticas.

El poder de la energía

Colombia posee uno de los subsuelos más generosos de Latinoamérica, aunque su explotación se ha desarrollado tardíamente y, en muchas ocasiones, gracias a la inversión extranjera. Los yacimientos se localizan a lo largo de la franja andina, en las áreas más pobladas, cuya industria estimula.

Por su volumen, las reservas carboníferas son las mayores del subcontinente. La empresa nacional CARBOCOL explota los yacimientos con participación de capital estadounidense. Las principales minas, por la cantidad y calidad de sus reservas, se localizan en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, en la cordillera Oriental, destacando también la península de Guajira y, en el curso del Cauca, los yacimientos de Cali (Valle del Cauca) y del departamento de Antioquia. La explotación del carbón se dinamizó a partir de 1983, al entrar en el mercado mundial, donde Colombia juega un papel de importancia creciente.

La explotación de los recursos petrolíferos se inició a principios de siglo en Barrancabermeja, pero el escaso consumo interior dirigía la extracción hacia la exportación. Los principales pozos se localizan en los valles medio y bajo del río Magdalena, especialmente en Barrancabermeja; en Tibú, en Norte de Santander; en Orito, en el Putumayo; en Aipe, en Huila; y en Arauca y Vichada, en la Orinoquia. Las prospecciones de la empresa nacional ECOPETROL y de varias compañías extranjeras han conseguido satisfacer las necesidades de autoconsumo y han convertido al petróleo en la segunda partida de exportación.

Una red de oleoductos de 1.600 kilómetros comunica los pozos con las refinerías de Barrancabermeja, el Guano, Cali, La Dorada, Tibú y Cartagena.

Colombia exporta, además, otras fuentes de energía. La producción de gas natural en Cicuco, El Difícil y La Guajira supera las necesidades locales de consumo industrial y doméstico. A mediados de los ochenta y siguiendo el ejemplo brasileño, se desarrolló un plan para la obtención de alcohol carburante a partir de la caña de azúcar. Por otra parte, el aprovechamiento del caudal fluvial se estimuló ya desde comienzos de los ochenta, con créditos del Banco Mundial. La construcción de los complejos del Guavio y San Carlos, cerca de Medellín, ha convertido la hidroelectricidad en la primera fuente de energía para el consumo nacional.

La riqueza del subsuelo

La minería colombiana se sitúa, como la producción energética, a lo largo de las tres cordilleras andinas. Explotadas con anterioridad a la llegada de los españoles, las piedras y los metales preciosos representan la principal riqueza del subsuelo, por su variedad y cantidad. Destaca la producción de esmeraldas, que representa la mayor parte del total mundial, aun cuando las reservas sólo se explotan parcialmente. Los principales yacimientos se encuentran en el departamento de Bocayá (minas de Coscuez y Muzo) y en Cundinamarca. La extracción está controlada por el estado y la comercialización de piedras en bruto está castigada por la ley.

El departamento de Antioquia es importante por su producción de plata y sobre todo por sus recursos auríferos en Río Porce y Río Nechi. El oro también se extrae en los departamentos de Caldas, Chocó, Guairúa y Nariño. Las arenas de los afluentes de los ríos San Juan y Atrato contienen cantidades interesantes de platino, metal escaso pero de gran valor en el mercado internacional.

El subsuelo colombiano es rico también en otros productos para la transformación industrial. Destacan el zinc en Cerro Matoso, la sal en Cundinamarca y el azufre en las regiones volcánicas andinas. La sal marina se obtiene en las salinas de Manaure y Galerazamba. Las explotaciones de cobre, plomo, mercurio y fosfatos desempeñan un papel secundario. Colombia cuenta así mismo con reservas de uranio considerables. La minería crece a un ritmo rápido a pesar de ocupar a un bajo porcentaje de la población activa del país.

El difícil desarrollo industrial

Las crisis del comercio internacional que se sucedieron entre las dos guerras mundiales obligaron a Colombia a autoabastecerse y a producir los bienes de consumo que antes importaba de los mercados europeos. En esta coyuntura, el desarrollo de las industrias textil y alimentaria se caracteriza por una técnica semiartesanal que emplea gran cantidad de mano de obra y por depender exclusivamente de capitales autóctonos. A partir de la Segunda Guerra Mundial, los esquemas de producción se modernizaron, abriéndose nuevos frentes de actuación en los sectores petrolífero, químico, metalúrgico y eléctrico. Este despegue se realizó con la reinversión de los capitales obtenidos por la exportación del café. La modernización y una política proteccionista frenaron la importación de bienes de consumo, pero la actividad industrial pasó a depender de las materias primas extranjeras por la falta de planificación y la poca consideración hacia los propios recursos naturales.

A partir de los años sesenta se inició un proceso de expansión marcado por la participación de fuertes contingentes de capital extranjero, que modificaron el nivel de dependencia. Este proceso se caracterizó por una mejora técnica que supuso un importante aumento de la productividad en perjuicio de una situación social con un alto índice de paro y un crecimiento acelerado de la población. Las grandes empresas apostaron a la vez por la diversificación de sus actividades y se orientaron progresivamente hacia el campo de las finanzas, el comercio, los transportes y las comunicaciones. El capital extranjero no se invirtió en la creación de nuevas industrias, sino en el control de las ya existentes, sobre todo de productos semielaborados y material eléctrico, y en los sectores químico y farmacéutico.

El proceso industrializador se centró primero en las grandes ciudades de Santa Fe de Bogotá, Cali, Medellín o Barranquilla, donde existen los mayores complejos fabriles, para extenderse posteriormente a centros secundarios, siguiendo una política de descentralización, para el desarrollo general de la nación. En las últimas décadas, la industria ha demostrado un vigoroso dinamismo, pero la debilidad del mercado interior determina la hegemonía de las industrias textil y alimentaria y la orientación hacia el mercado exterior de buena parte de su producción.
La industria de la alimentación es una de las más importantes por el número de empleados y por su aportación al Producto Interior Bruto. Comprende los sectores del cereal, lácteo, conservero, cervecero y de los productos de exportación: café, azúcar y cacao. Las principales industrias se encuentran en Santa Fe de Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Cali. La textil se concentra en Medellín y Santa Fe de Bogotá. La producción de esta última se realiza a partir del algodón, la lana y fibras sintéticas y artificiales. La industria pesada se ha desarrollado cerca de los puertos marítimos y de las áreas mineras. La construcción tiene una gran importancia económica y social y se desenvuelve con protección oficial en la lucha contra el chabolismo.

En la producción tradicional destacan los famosos cigarros de Ambalema y Bucaramanga y la sombrerería de panamás, artesanal, y la del fieltro en Medellín y Santa Fe de Bogotá.

El transporte y los servicios: un reto para la modernización

El crecimiento industrial ha impulsado la creación y mejora de las infraestructuras del transporte. Este sector es básico por la extensión del país y su complejidad orográfica. Los ejes principales de comunicación se extienden de sur a norte, por las carreteras occidental y oriental que cruzan el país entre las cordilleras andinas. Estas rutas se comunican entre sí por vías transversales. En la actualidad, todos los centros de población están comunicados por carretera. La construcción del ferrocarril se inició desde Santa Fe de Bogotá a principios de siglo, pero su desarrollo ha sido escaso y desempeña un papel complementario y sustitutorio del transporte fluvial en zonas no practicables y de comunicación entre los puertos fluviales y las ciudades andinas, favoreciendo así el eje del río Magdalena que, con 900 kilómetros navegables, es el principal del país en el transporte de mercancías. La mayoría de los ríos colombianos son navegables en algunos tramos de sus recorridos por barcazas y barcos de tonelaje medio. El tráfico aéreo se ha desarrollado como principal alternativa a las dificultades que plantea el relieve. Colombia tuvo la primera compañía de aviación comercial de Sudamérica. Cuenta con aeropuertos internacionales en Santa Fe de Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín y Cartagena, que se complementan con más de seiscientos aeródromos repartidos por todo el territorio nacional.

El comercio exterior, por su parte, tiene como principales puntos de tránsito los puertos atlánticos de Santa Marta, Barranquilla, Cartagena y Mamonal, y los de Tumaco y Buenaventura en el litoral del Pacífico.
Sobre estas bases, el sector terciario ha cobrado una importancia creciente. A mediados de los noventa casi la mitad de la población activa se empleaba en el sector de los servicios, que produce la mayor parte del Producto Nacional Bruto. El mayor nivel de ocupación lo registran los servicios comunitarios. Cabe destacar al respecto el esfuerzo en el campo de la educación que se realiza para la modernización del país. Pese a la problemática del mercado interior, el comercio se desarrolla a buen ritmo, gracias, en parte, al creciente interés turístico que despiertan las playas y los magníficos paisajes que Colombia ofrece al visitante.

Autor: Cambó

Concepto de Economía Política

Una definición sucinta de Economía Política puede ser la siguiente: Disciplina que estudia el proceso de la producción, circulación, distribución y consumo de la riqueza.

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